Plaza Mayor
Durante la Edad Media la Plaza de San Antolín, hoy de la Inmaculada, ejerció como plaza principal. No solo porque ocupada el centro geométrico del núcleo urbano amurallado, sino porque su entorno estaba dominado por el estamento eclesiástico cuyas jerarquías ejercían el poder jurisdiccional de la ciudad.
Pero la población creció y obligó a una traslación de las murallas hacia el este, englobando el barrio de la Puebla y todo el conglomerado de edificaciones que rodeaban el voluminoso monasterio de San Francisco.
Allí, en el conocido como “el Azafranal”, huerto donde los franciscanos cultivaban esa preciada planta, se ubicó la sede permanente del mercado y actos públicos.
Varios nombres antes de Plaza Mayor
Durante el siglo XVII los edificios que la delimitaron alcanzaron una estructura muy similar a la actual a pesar de que, en el siglo XIX, para dar gusto a los deseos de la burguesía dominante, se dotó a la ciudad de una nueva casa Consistorial cuyas obras, después de algún que otro contratiempo, serían finalizadas en 1878.
Otras de las modificaciones que ha experimentado ha sido tanto en el nombre, el primer nombre que recibió este destacado espacio fue el de Plaza del Emperador en honor a Carlos I, para pasar posteriormente a llamarse “Plaza de la Constitución” “Plaza de la República” hasta llegar a la definitiva Plaza Mayor, como en su dedicación siendo su primera función la de punto de encuentro del mercado de abastecimientos o picota para castigo y ajusticiamiento de los condenados.
Finalmente, la construcción de la Plaza de Abastos a finales del siglo XIX trasladó el mercado de la Plaza Mayor y a día de hoy su principal función es la de punto de encuentro y de bullicio donde celebrar los acontecimientos de mayor importancia en la ciudad.